martes, julio 18, 2006

El día que cambió mi vida

Son las tres de la tarde, y voy llegando a mi casa con un hambre de lobos. Salí del trabajo a eso de las dos, pero ya se sabe; cuando tienes que depender de autobuses y similares, tardas más. Llego a la puerta, y me la veo cerrada. Con llave. Eso es bastante extraño en mi casa, ya que la puerta siempre está abierta para los vecinos. Por suerte ese día me había llevado la llave, y abro. Nadie en la cocina, nadie en el salón, la comida brilla por su ausencia, un enorme silencio llena la casa... No, mentira, no hay tanto silencio como parece. Se escuchan voces en el piso de arriba, y allí me encamino. Abro la puerta del cuarto de mis padres, y allí están. Mi madre sentada en la cama, y mi padre tumbado, con la pierna y el brazo izquierdos escayolados. '¿Qué ha pasado, mamá?', preguntas, y te responde que ha sido un accidente tonto de tráfico.

De repente, me despierto, cubierto en sudor. Todo ha sido un sueño. No especialmente terrorífico, el sudor viene más bien de la época del año. Me pregunto durante breve tiempo si ese sueño significa algo o no, y rápidamente lo desecho de mi mente. Joder, tengo muchas más cosas en las que pensar que en un sueño extraño. Acabo de empezar un nuevo trabajo, sólo llevo siete días y estoy contento y feliz. Hacía tiempo que no me sentía agusto en un sitio de trabajo, y nunca había tenido tantos compañeros como hasta ahora. Y encima por la tarde has quedado con una chica guapa del chat. ¿Qué más se puede pedir?

Duchita, afeitado, lavado de dientes, desayuno rápido a base de cereales, a ver qué libro me llevo hoy para aguantar el camino en autobús, ah, sí, uno de Stephen King, por empezar algo nuevo... salgo de mi casa, cojo el C2, y empiezo el viaje hacia Montequinto. Salgo del autobús, y veo en el quiosco el nuevo número de 'El víbora', graciosamente subtitulado 'cómic para supervivientes'. Lo cojo, lo compro y lo dejo para la siguiente parte de mi viaje.

Veo el semáforo, está en verde, no viene ningún coche, y sigo caminando. Tengo un poco de prisa, he visto que el autobús que tengo que coger ya está ahí, y sólo sale cada media hora. No puedo permitirme llegar tarde, ¿no? Acelero un poco, y atravieso la mediana. Con esos enormes setos verdes, que me sacan dos palmos.

De repente aparece algo rojo. Ese rojo se funde a negro.

Abro los ojos, estoy en una habitación blanca, escucho voces extrañas, y de repente aparece en mi limitado campo de visión (me cuesta abrir los ojos), una cara sin facciones. Sólo se le ven los ojos, está envuelta en tela blanca. '¿Sabes donde estás, chico?' Estoy drogado, drogado hasta las cejas, pero aun así no pierdo toda mi capacidad de deducción, y aventuro una respuesta 'O estoy soñando o estoy en el hospital. Espero que sea lo primero'. El hombre sin facciones sonríe, se lo noto en las arruguillas alrededor de los ojos, y me dice 'Esto te va a doler un poco', y noto punzadas dolorosas en la frente.

Poco después me llevan, aún estando drogado (y lo que me queda) hasta la sala de observación. Aparecen mis padres, totalmente acojonados. La gente del hospital, tan profesional ella y con tan poco tacto, les han hecho entrega de mis objetos personales: un pantalón, una camisa, una riñonera, un libro y una revista ensangrentadas.

Un rato después, en observación, aparecen mis padres junto a mi hermano, me cubren de besos, me dicen que todo saldrá bien, y escucho al médico hablar.... que si trauma craneoencefálico, que si fracturas múltiples en pierna y brazo... que si un mes en el hospital de mínimo... consigo, con un hilo de voz, encargar a mi hermano para que llame a mis amigos y al trabajo, para explicar lo que me ha pasado...


Mi nueva vida empezó aquí. Y como decía Michael Ende, el resto ya es otra historia. Hacía tiempo que quería escribir esto, pero nunca me puse, no creí poder hacerlo. Aquí está.

Os quiero dar las gracias a todos los que me apoyásteis. Ya sea en persona o por teléfono. Ya seáis de Sevilla o de Galicia. Sin vosotros no lo habría superado. Y a las enfermeras que tan amablemente me aguantaron. Y cómo no, gracias a mi familia, aunque sé que no navegan por internet, lo que dificulta que lean esto.

2 Comments:

At 5:05 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ya sé que esto es pasado, pero se me han puesto los pelos como escarpias leyéndolo. Enhorabuena por haberlo superado hasta donde yo sé.

 
At 11:35 p. m., Blogger Filomena Lonetti said...

Hola,soy Roxana,me gustó mucho el blog y la historia que cambió su vida.Los invito a que conozcan mi blog es dedicado a homenajear a mis antepasados y familiares, pueden dejar un comentario.mi blog es:
http://filomenalaespadadeltriunfo.blogspot.com/
Filomena Lonetti es mi bisabuela
Me despido que tengan bellos días.Roxana Miriam González de la Ciudad de Rosario,Provincia de Santa Fé,República Argentina

 

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